En la última década, la inteligencia artificial generativa (IAG) ha emergido como una de las tecnologías más innovadoras y transformadoras. Abarca desde la creación de ‘arte digital’ hasta la redacción de artículos de noticias y está cambiando la forma en que interactuamos con la tecnología y fomenta nuevas oportunidades en diversas industrias.
La IAG es capaz de generar contenido original a diferencia de las IA tradicionales, que hacen análisis y recopilación de información existente para entregar una respuesta basada en ello. Además, la IAG puede crear texto, imágenes, música, entre otros. Esto se logra mediante modelos avanzados que imitan la inteligencia del ser humano, como por ejemplo, las redes neuronales generativas y los modelos de lenguaje que usamos.
Uno de los ejemplos más conocidos de IAG es el uso de modelos para generar textos. Vivimos en la economía de la atención, por lo que ofrecer contenidos de calidad es fundamental. Por ejemplo, plataformas como ChatGPT, BlackBox AI, Perplexity, entre otros, pueden redactar esquemas textuales, responder preguntas y mantener conversaciones de manera coherente. En el espacio artístico, ya existen herramientas como DALL-E, MidJourney, DeepArt, GANPaint Studio, entre otros. que puede crear imágenes híperrealistas y de alta calidad a partir de descripciones textuales.
También podemos mencionar que la IAG está revolucionando la industria de los videojuegos, esto hace que sea posible crear entornos virtuales y personajes adaptables que evolucionan en tiempo real.
La IAG ha llegado a un nivel potencial que ha mejorado y puede seguir mejorando la eficiencia, desarrollo y creatividad en múltiples sectores (Salud, Educación, Finanzas, Marketing, RH, Entretenimiento, Energía, entre otros). Tiene la posibilidad de automatizar tareas rutinarias generando informes detallados; Puede personalizar aprendizajes según los ámbitos y preferencias ofreciendo eficacia en la educación individual y grupal; Así como esto muchas acotaciones importantes y necesarias.
Sin embargo, también surgen desafíos importantes. La creación de contenido automatizado plantea preguntas sobre la propiedad intelectual y la autenticidad. Asimismo, existe el riesgo de que la IAG se utilice para generar desinformación, plagio o contenido malicioso.
En ese sentido, el desarrollo legislativo -que respondería a cuestiones éticas- precede a todos estos avances y es uno de los temas que más intriga ahora a quienes trabajan - desarrollan - la inteligencia artificial.
La inteligencia artificial generativa está cambiando el rumbo de la historia de la humanidad y lo hace también en ámbitos como el arte o la creación de textos, algo que desde siempre se asocia a nuestra propia condición humana. Conscientes de esto, podemos aprovechar al máximo sus beneficios y poner a prueba nuestra esencia: la tecnología sí tiene ética, es un producto pero también un paso evolutivo o un proceso que permite repensarlo todo.